D.O.P. Calatayud

UN VIÑEDO EXTREMO DESDE LOS ROMANOS

La primera referencia escrita sobre la gran calidad de los vinos de la comarca Comunidad de Calatayud se remonta al siglo I y su autor es Marco Valerio Marcial, historiador que nació en la ciudad romana de Bílbilis. Esta urbe vivió una época de esplendor en la que se desarrolló la vid y comenzó a conocerse la característica principal de la Denominación de Origen de Calatayud: la calidad.
Una vez caído el Imperio Romano y ya adentrados en la Edad Media, a finales del siglo XII, los monjes del Císter promovieron la plantación de la vid en esta zona y fundaron el Monasterio de Piedra, cuyas bodegas dan fe de la importancia de la vid en las tierras de su entorno.
Fue en la década de los 60 cuando los viticultores se unieron y crearon las cooperativas. Posteriormente, viendo la calidad de los vinos elaborados, los bodegueros solicitaron la creación de esta Denominación de Origen hasta su ratificación en el año 1990.
Esta Denominación de Origen se encuentra dentro de la comarca Comunidad de Calatayud, perteneciente a la provincia de Zaragoza y lindante con las provincias de Soria, Guadalajara y Teruel. Desde el punto de vista geomorfológico, la cuenca de Calatayud es una reproducción en miniatura de la cuenca del Ebro con tres unidades diferenciadas: las sierras exteriores, el interior de la fosa y el piedemonte.
Se trata de una zona de complicada orografía, situada en las estribaciones del Moncayo y caracterizada por una compleja red hidrográfica formada por diversos afluentes del río Ebro. Los viñedos descienden por las laderas de las sierras, con altitudes que oscilan entre los 550 y los 1.040 metros.
La amplitud de la zona de producción de las uvas con diversidad de suelos y microclimas ayuda a que sus referencias y clases de vinos sean muy diferentes. Los vinos blancos están elaborados generalmente a partir de la uva viura o macabeo. Su color es amarillo paja con tonos verdosos y presentan aromas primarios de intensidad media alta. En boca se caracterizan por ser frescos.
Los rosados, por su parte, son elaborados principalmente con garnacha tinta siendo sangrados a las pocas horas. De esta forma, el resultado son unos caldos con atractivo color rosa fresa, brillantes, muy aromáticos, con tonos florales y con recuerdos a frambuesas.
Pero, sin duda, los más significativos de la Denominación de Origen Protegida Calatayud son los tintos. Destacan entre ellos los jóvenes afrutados y muy minerales, de colores que varían del rojo cereza, granate oscuro o cereza picota. Son muy sabrosos, carnosos y bien estructurados con largo postgusto. Por último, cada vez destacan más los vinos comercializados bajo el distintivo de ‘Calatayud Superior’.